LOLITA- Vladimir

 En literatura universal hemos leído un fragmento de la obra Lolita de Vladimir Navokov. Después de leerlo en clase me surgieron una avalancha de pensamientos y saqué un reflexión de todos ellos que me gustaría compartir. Os dejo aquí el fragmento que leímos y abajo mi reflexión:

LOLITA

Ahora creo llegado el momento de presentar al lector algunas consideraciones de orden general. Entre los límites de los nueve y los catorce años, surgen doncellas que revelan a ciertos viajeros embrujados, dos o tres veces mayores que ellas, su verdadera naturaleza, no humana, sino nínfica ( o sea demoníaca); propongo llamar nínfulas a estas criaturas escogidas. (...)

Entre esos límites temporales, ¿son nínfulas todas las niñas? No, desde luego. Tampoco es la belleza una piedra de toque; y la vulgaridad - o al menos lo que una comunidad determinada considera como tal- no daña forzosamente ciertas características misteriosas, la gracia letal, el evasivo, cambiante, anonadante, insidioso encanto mediante el cual la nínfula se distingue de esas contemporáneas suyas. (...)

Era la misma niña: los mismos hombros frágiles y color de miel, la misma espalda esbelta, desnuda, sedosa, el mismo pelo castaño. Un pañuelo a motas anudado en torno al pecho ocultaba a mis viejos ojos de mono, pero no a la mirada del joven recuerdo, los senos juveniles. Y como si yo hubiera sido, en un cuento de hadas, la nodriza de una princesita, reconocí el pequeño lunar en su flanco. (...)

Si pedimos a un hombre normal que elija a la niña más bonita en una fotografía de un grupo de colegialas o girl scouts, no siempre señalará a la nínfula. Hay que ser artista y loco, un ser infinitamente melancólico, con una burbuja de ardiente veneno en las entrañas y una llama de suprema voluptuosidad siempre encendida en su sutil espinazo, para reconocer de inmediato, por signos inefables - el diseño ligeramente felino de un pómulo, la delicadeza de un miembro aterciopelado y otros indicios que la desesperación, la vergüenza y las lágrimas me prohíben enumerar- al pequeño demonio mortífero ignorante de su fantástico poder.(...)

Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo. Li. Ta. Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, un metro cuarenta y ocho de estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos era siempre Lolita.



Una vez lees el fragmento y lo asimilas es inevitable un sentimiento de repugnancia y desagrado hacia el protagonista, el cuál trata de justificarse durante todo el texto. Esta claro que le atraen las niñas menores y en cierto modo es muy perturbador, puesto que llega a enumerar aquellas facciones o rasgos que mas le gustan(el diseño ligeramente felino de un pómulo, la delicadeza de un miembro aterciopelado).

Como intento de justificación, llama a estas niñas pequeñas que le atraen "nínfulas" considerándolas pequeños demonios que seducen a hombres mayores, aunque aclara que no todas las niñas de entre nueve y catorce años (es decir, niñas muy pequeñas) lo son.

También especifica que no cualquier hombre es capaz de reconocer y distinguir una nínfula de una niña corriente y dice " Hay que ser artista y loco, un ser infinitamente melancólico, con una burbuja de ardiente veneno en las entrañas y una llama de suprema voluptuosidad siempre encendida en su sutil espinazo, para reconocer de inmediato, por signos inefables" denominándose así mismo (puesto que él, aparentemente, si sabe distinguir una niña de un pequeño demonio) como un ser especial y excepcional.

Al final del fragmento, habla acerca de una niña en particular, Lolita y por la manera en la que habla de ella en esas cuatro líneas, se puede notar que esta fascinado con ella.

Una vez terminas de leer y ves cómo el protagonista define a las jóvenes, culpándolas de seducir a hombres mayores, la intención es ver a las muchachas como las culpables y al hombre como una pobre víctima. Lo cierto es que es todo una forma de maquillar la verdad, siendo él el verdadero culpable de todo y el depravado. 

Ariadna Ramírez Rivas

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